Francis Lucille hablando de Jean Klein.

Francis Lucille

Francis Lucille hablando de Jean Klein.

Jean Klein no decía que el mundo fuese simple y puramente una ilusión, ya que el mundo en cuanto experiencia es innegable. Lo que decía es que la existencia de un mundo independiente de la consciencia es una ilusión. Pero en tanto que expresión de la realidad o de la consciencia, el mundo es real. Las enseñanzas de Jean Klein se sitúan en la encrucijada entre el Advaita y el Tantrismo (el Shivaismo del Kashmir) y esta última tradición enfatiza la realidad del mundo y la unidad intrínseca entre el mundo y la consciencia, entre Shakti y Shiva.

JK decía a menudo que la distinción entre sujeto y objeto utilizada en la enseñanza era una herramienta pedagógica: si el discípulo cree ser un percibidor separado, asumiendo de forma provisional que eso sea cierto, se le indica que igual que es el testigo del mundo, es el testigo de sus sentimientos y pensamientos. Esta comprensión le libera de su identificación con el cuerpo-mente y abre la posibilidad de que la consciencia sea universal en vez de personal. Pero eventualmente esta distinción tiene que ser trascendida: el sujeto y su objeto son uno, no hay espacio o separación, “gap”, entre ambos.

Ahora bien, hay un espacio, “gap”, de una naturaleza diferente, aquel al que se refiere Jean cuando dice: “pero llega un momento en el que el espacio es sentido como nuestra verdadera naturaleza, moramos en él, y el objeto, la sensación, aparecen en él”. Este espacio, este “gap”, ya no es una separación entre sujeto y objeto. En este punto el sujeto conceptual ha desaparecido. Todos los objetos aparecen tal y como son: una expresión del espacio/consciencia/realidad en la que aparecen y de la que están hechos, al igual que las olas no son otra cosa que el agua de la que están hechas. El problema que nos encontramos aquí es que la mayoría de nosotros no reconoce la experiencia de la pura Presencia sin objetos, y cuando hablamos de ella, nuestras palabras son contrastadas contra el criterio único de la experiencia fenoménica y no alcanzamos a entender su significado. Solo nos queda esperar que el oyente se mantenga abierto a la posibilidad de un tipo diferente de experiencia, a un modo de conocimiento no objetivo, no fenoménico; el modo de conocimiento a través del cual sabemos que hay consciencia, realidad, la clase de conocimiento mediante el cual experimentamos la felicidad. Si esta apertura esta presente, tarde o temprano la experiencia tendrá lugar; una experiencia que no es ni un pensamiento ni una percepción, sino mas bien algo como el perfume del amor, la paz y la felicidad que sentimos en presencia de Jean.

Traducido por Pedro Brañas

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