A menudo hablas de que la Verdad resuena con el cuerpo/mente en forma de belleza, inteligencia, humor, y felicidad. Pero ¿no excluye eso que la Verdad resuene como fealdad, estupidez, y desgracia, lo que potencialmente puede llevar a la confusión de que, si soy “feliz”, entiendo la verdad, mientras que si soy “desgraciado”, no entiendo la verdad; si percibo “belleza” veo la Verdad en ella, mientras que si percibo “fealdad” no la veo?
La belleza, la inteligencia, el humor, y la felicidad no pueden encontrarse en los objetos, ya sean groseros o sutiles. Son cualidades “divinas” que pertenecen exclusivamente al Ser (Self). “Bello”, “inteligente”, “divertido”, “feliz” son adjetivos que se aplican a objetos que por diseño apuntan hacia estas cualidades divinas. Hay objetos que no apuntan por diseño hacia al ámbito de lo divino. Estos objetos pueden ser justamente llamados “no bello”, “no inteligente”, etc.
Imaginemos que estamos en el espacio en órbita alrededor de una estrella lejana. Hay otros cuerpos celestes en órbita, algunos más cerca de esta estrella, otros más alejados. Si un planeta situado cerca de esta estrella capta nuestra atención, será probable, fácil y natural que nos demos cuenta de la estrella, porque la distancia angular entre dicho planeta y la estrella será pequeña. Podemos decir que este planeta “apunta” a la estrella o “revela” la estrella, igual que la presencia de Venus (también llamado “Lucero del Alba”) a menudo precede y anuncia la salida del sol.
Por el contrario, si nuestra atención se dirige a un planeta distante, en la mayoría de los casos brillará sobre el trasfondo del espacio profundo, revelando solo su oscuridad. Sin embargo ambos planetas, el que revela la estrella y el que la esconde, resplandecen debido al reflejo de la luz de la estrella. En esta metáfora la estrella corresponde al Ser (Self), el objeto celeste que la revela representaría un “objeto bello”, y el cuerpo que la oculta representaría un “objeto no bello”. Observa que ambos cuerpos, por la luz que emana de ellos, revelan la presencia de la estrella; al igual que cualquier objeto, sea bello o feo, revela la presencia de la consciencia a través de la cual es meramente percibido.
El Ser (Self) “resuena” como belleza porque la belleza es la luz directa del Ser (Self), igual que la luz del sol naciente “resuena” en el entorno del lucero del alba. La “fealdad” de un objeto es simplemente la ausencia de esta “resonancia” a su alrededor. Por lo tanto no puede decirse que el Ser (Self) “resuene” como fealdad.
Se sigue de esto que si soy feliz, quiere decir que estoy mirando en la dirección del Ser (Self) y experimentando su luz, siendo esta experiencia aquello que normalmente llamamos felicidad. Si soy infeliz, significa que estoy mirando en dirección contraria al Ser (Self).
Amor,
Francis
Traducido por Pedro Brañas
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