Sólo hay una Realidad.
Esto quiere decir que aquello que está oyendo estas palabras y las palabras que son oídas, aquello que ve y lo que es visto, aquello que piensa y el pensamiento, son Uno. El pensador y el pensamiento, el que ve y lo visto, el que oye y lo oído son nombres que se refieren a esta única Realidad.
Para esta Realidad no hay muerte y no hay problemas.
Los aparentes problemas son olas a través de las cuales esta Realidad se expresa a sí misma, y de la misma manera la solución de estos problemas son también olas a través de las que esta Realidad disfruta de sí misma.
No consideres esta verdad simplemente como un concepto, porque ningún concepto es verdad; vete más allá del concepto. Date cuenta, o al menos ábrete a la posibilidad, de que ahora mismo es verdad que—aquello que oye y lo oído son Uno.
Aquello que oye y lo que habla son Uno. Aquello que oye es el propio oír (la acción de oír) hablándose a sí mismo.
Cuando no caes en la trampa de la creencia en la separación, te das cuenta que ésta ha sido siempre tu experiencia. Nunca ha habido ignorancia. Siempre ha existido esta Realidad amándose a sí misma, disfrutando de sí misma, celebrándose a sí misma.
La ola, separada del océano, no tiene realidad. Sin las otras olas a su lado, y sin la profundidad del océano bajo ella, la ola se colapsa. Nunca se ha encontrado en la naturaleza una ola separada. No existe. Si piensas profundamente sobre esto, lo que es verdad sobre la ola, es verdad sobre todas las cosas. Todas las cosas son olas de este mismo océano.
Estas palabras son olas bailando en la superficie de este océano de Presencia, que está oyéndolas y pronunciándolas. Y todos tus pensamientos,
sentimientos y sensaciones también son olas de este mismo océano.
Hazte esta pregunta, “Si todo es el mismo océano, ¿qué falta? O incluso, “¿Qué podría faltar?”
Descubre tu plenitud, no la plenitud de la ignorancia o la plenitud de un fragmento que quiere hacerse mayor y tener más, sino la plenitud de aquello que es Uno consigo mismo, sin ninguna cosa afuera ni ninguna cosa dentro de sí mismo.
Una única Presencia, una única Consciencia, una única Inteligencia presente a sí misma, percibiéndose a sí misma, comprendiéndose a sí misma—de tantas formas. Mantente abierto a esta posibilidad y entonces ve: “¡Vaya, está sucediendo ahora mismo!”
Un Ser eterno en constante renovación, siempre el mismo y nunca el mismo.
Si lo piensas, así es como pensamos sobre nosotros mismos en la ignorancia. Por una parte pensamos, “Soy siempre el mismo, Francis, John—quién sea”. Pero por otra parte pensamos, “Yo estoy cambiando continuamente, envejeciendo, cambiando mi opinión, moviéndome, cambiando mi forma, cambiando mi situación”. Siempre cambiando, nunca cambiando.
Pero esta comprensión “siempre cambiando, nunca cambiando” no se refiere a lo que es limitado, porque lo que es limitado cambia siempre, pero no es inmutable.
Sólo la Totalidad es al mismo tiempo inmutable y siempre cambiante. Así que la parte de nosotros que sabemos que nunca cambia es la parte verdadera:
la Consciencia, el Yo Soy, la Raíz, el Atman. Y lo que siempre cambia es también la parte verdadera, siempre que no le pongamos ningún límite, ningún contorno.
Así que, como tu cuerpo aparece en tu meditación en forma de sensaciones o tu mente en forma de pensamientos, comprende que el cuerpo y la mente son olas de este océano y los pensamientos y sensaciones y sentimientos son las pequeñas olas, pero más allá de las olas está el océano.
Así que se consciente de que lo que aparece en este momento en tu cuerpo, en tu mente es la cara de Dios, la cara de la única Realidad.
Cuando estás simplemente abierto a esto, todas las resistencias se van por el desagüe. ¿Cómo te podrías oponer a ti mismo? ¿Cómo podrías resistir aquello que eres, cuando comprendes que estás al mismo tiempo tirando de y empujándote a ti mismo?
Y cuando entiendes esto, la mente fluye, el cuerpo fluye, el mundo fluye. Somos reconciliados. (Atoned, NT juego de palabras en ingles at-one-ed). Somos Uno.
El próximo pensamiento que viene es el pensamiento de Dios.
El próximo sentimiento es el sentimiento de Dios.
Es Dios sintiéndose a sí mismo a través de ese sentimiento, pensándose a sí mismo a través de ese pensamiento, estando presente a sí mismo a través de esa la Presencia.
Nuestro único problema es que estábamos esperando que ¡la experiencia de Dios fuera diferente! Es nuestra proyección de lo que debería de ser, lo que nos impide experimentarlo tal como es en todo momento.
En la medida que tenemos expectativas, no estamos alineados con nuestra comprensión. Todavía somos un fragmento buscando completarnos. Aunque nuestra expectativa sea algo espiritual, el problema es que ni siquiera las expectativas espirituales, son espirituales en absoluto.
Comprende que todo lo que aparece está bien. Como solía decir Robert Adams: “Todo está bien y desplegándose como debería”
Todo está bien y desplegándose como debería ahora mismo.
En relación a tu cuerpo y a la experiencia del cuerpo, observa que no eres sólo lo que aparece como tu cuerpo. Eres lo que aparece, eres aquello en lo que aparece y eres todo lo demás en todo momento.
Francis Lucille –2006
Traducido por Carmen Areitio
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