Sumérgete profundamente en el momento presente.
La única razón por la que sufrimos es nuestro rechazo de lo que nos ofrece el momento presente.
Queremos que sea diferente. Queremos que sea de acuerdo con nuestra propia proyección, con nuestro plan personal. Rechazamos todo lo que va contra el plan personal y queremos todo lo que está de acuerdo con nuestro plan personal para la felicidad.
El problema es que el plan personal para la felicidad es defectuoso y no funciona.
Hemos tenido suficiente experiencia de él en el pasado para saber que es defectuoso y que no funciona. El plan personal para la felicidad lo hemos heredado de nuestros padres, de nuestros amigos, de nuestro ambiente. Y si les miramos, ¿funcionó para ellos? Y si no funcionó para ellos, ¿por qué iba a funcionar para nosotros?
Si acogemos el momento presente, descubriremos que en el momento presente nunca hay ningún problema. Los problemas y el sufrimiento psicológico sólo surgen en relación al pasado y el futuro de una entidad personal. En el ahora no hay tal entidad personal. Esa es su belleza. Sólo el ahora es real.
El pasado ya no existe y el futuro todavía no existe, así que sólo el ahora es real. En el ahora no hay entidad personal.
La entidad personal sólo existe como rechazo del ahora.
Pregúntate a ti mismo,” ¿Qué es tan insoportable en el ahora?” Asumimos que el ahora es insoportable porque nunca lo hemos experimentado plenamente. De hecho es bastante soportable. De hecho, el ahora está en paz y libre de problemas, libre de sufrimiento. Todo lo que tenemos que hacer es encontrarnos con el ahora desde nuestro acoger.
El ahora es el puente entre el tiempo y la eternidad. Cuando dejamos de oscilar entre el pasado y el futuro, empezamos a caminar sobre ese puente.
El puente es extremadamente estrecho porque el ahora es como un estrechísimo intervalo entre el pasado y el futuro. En el otro extremo del puente está la Presencia, atemporal, eterna.
Cuando dejamos de rechazar el ahora, las cosas se vuelven simplemente neutras. No es que se vuelvan agradables. Lo que aparece no es agradable ni desagradable. De alguna manera, no tienen nada que ver con la paz. Se convierten en neutrales. Nos hacemos indiferentes a ellas. Se vuelven tan neutrales como el tictac de un reloj, sonando en la habitación, midiendo el silencio, midiendo la Presencia. Como el sonido rítmico es tan neutral, no acapara nuestra atención por mucho tiempo. Nuestra atención se libera del objeto y se encuentra a sí misma como Presencia.
Estas palabras son como los sonidos del reloj. Por sí solas, sólo son vibraciones de poca importancia, revelando la atemporalidad de donde vinieron, y a la cual retornan.
No puedes hacer un objeto de esta atemporalidad. Si lo haces, la pierdes. Pierdes su frescura, su inmediatez, su intimidad. No puedes descansar en ninguna sensación. Ni siquiera puedes descansar en el momento presente. Tu eterno reposo está en la Presencia que ya está aquí, que ya la tienes, porque lo eres.
Somos aquello que buscamos.
Acuérdate siempre de llevar tu experiencia a su nivel verdadero, que es el nivel de la Presencia. Devuélvela a la Presencia, porque es allí donde sucede.
Recuerda que independientemente de que exista un mundo exterior, sin importar cuantos mundos haya, sutiles o materiales, la realidad de nuestra experiencia es inevitable, innegable, completamente cierta.
Si te asientas en la realidad de tu experiencia, que es tu verdadera naturaleza, ¿qué te puede pasar?
Todo lo que surge en la mente y en el mundo es esta Presencia ejerciendo su infinito poder de crear, sostener y disolver. Por lo tanto, lleva la experiencia de tu mente, los pensamientos, a su nivel verdadero, que es la Consciencia, que es esta Presencia. A ese nivel no hay mente, sólo pensamiento que surge en la Presencia. Durante la presencia del pensamiento, el pensamiento es la Presencia. El pensamiento y la Presencia son uno, porque no hay nada separado de la Presencia, nada fuera de esta Presencia, nada que no sea esta Presencia.
De la misma forma, lleva tus sensaciones corporales a su nivel verdadero. Su verdadero nivel no es el cuerpo; no es allí donde tienen lugar. Su verdadero nivel no es la mente. Su verdadero nivel es la Consciencia.
Y cuando haces esto, no hay mente y no hay cuerpo. Cuando haces esto, vas directamente a tu Ser más profundo, a tu Ser verdadero.
Francis Lucille, 2007
Traducido por Carmen Areitio
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