Estimado Sr. Lucille,
Gracias por su respuesta. Sin embargo le quiero decir que no hubiera estado mal una crítica bien fundada y argumentada de lo que dije en mi carta; no va a herir mi ego. Pero por alguna razón, lo dejó de lado, queriendo “empezar de cero” y “olvidando todo lo que usted y yo sabemos acerca del camino espiritual para crear un espacio en el que una comprensión mutua pudiera florecer”. Hasta esto hubiera estado bien, si no fuera por que usted no tenía intención de cumplir con su parte del pacto. También hubiera estado bien si yo hubiera estado hablando del ego sin preocuparme por sus diversos significados. Bien también si, en lugar de tratar de respaldar mi argumento lo mejor que podía, hubiera querido presumir de lo que sé del camino espiritual.
Dije lo que dije en mi carta para mostrar algo. Mi posición era que el ego ciertamente tiene una existencia relativa, en contra de las afirmaciones de un conocido mío, que supuestamente habla con su autoridad. Para apoyar mi posición, hablé de los tres significados del ego, hasta de cuatro. Hablé de la consciencia individual y la consideré semejante a una gota en el océano; siendo la segunda la Consciencia como tal (dos “significados”). Hablé de la mente que, vía memoria, se refiere a su número 2, “memorias personales, talentos, cualidades, patrones de conducta, etc.”. Ahora le llamaré “ego empírico”. Y reconocí el número 3, acentuando sin embargo la culpabilidad de su pasión. Traté de mostrar que esta última capa de subjetividad es tan real o irreal como tu número 2; y que la subjetividad individual con todos sus aspectos es real en un sentido e irreal en otro, excepto, por supuesto, el divino Centro interior, que como dice, es en última instancia el “único agente real en todas las etapas del camino”. Habiendo tocado todos estos puntos, más o menos, resumiéndolos bajo el término ‘subjetividad’, argumenté que son todos reales a sus respectivos niveles, algo que usted también hizo implícitamente. Porque si las palabras tienen algún significado en absoluto, el ‘significado’ de una palabra es la realidad de aquello a lo que la palabra apunta. Entonces, claramente, trató usted de las tres realidades, o de los tres aspectos de una realidad a la que yo llamé “subjetividad”.
La debilidad de mi postura está en el hecho de que no clasifiqué… lo cual, de alguna manera, justificó su intervención, y el hecho de que algunas de las cosas que dije, y estoy diciendo ahora más explícitamente, eras entonces bastante vagas y más o menos implícitas. Por lo tanto su intervención me ayudó y me forzó a ser más preciso. Pero al hacerlo así, de alguna manera guiado por su clasificación, me dí cuenta no sólo de que su clasificación estaba fragmentada y era fragmentaria, sino también de que su negación de lo que yo llamaría el ego de ignorancia y pasión, estaba equivocada. Es más, el significado dado por mi conocido al ego estaba expuesto en su afirmación, que expresé entonces y cito otra vez ahora: “Existo pero no como una construcción psicológica, un mero concepto, una no-entidad, que es lo que es el llamado ego”. Claramente, no está hablando de los dos primeros de su clasificación, sino que se refiere al último; por lo tanto no hay necesidad de hacer depender su respuesta de lo que alguien pueda haber querido decir por ego. Esta última de sus explicaciones, por otra parte, es para los occidentales, que son los que más pueden estar enfangados en las capas más exteriores de su subjetividad, tan engañosa. Porque parece decir que no hay tal cosa en absoluto.
Puede que recuerde mi propósito al escribirle: obtener respuestas claras y definitivas para un hombre que parece pensar, inconscientemente, o cuyo ego apasionado quiere pensar que la Iluminación vía Advaita Vedanta es un asunto puramente cognitivo; tanto es así que le parece que el camino del Advaita dejaría, ciertamente, la parte apasionada de su bajo ego ilesa. Esta ilusión del occidental al enfrentarse con el Advaita Vedanta es aun más plausible ya que este último enfatiza doctrinalmente los aspectos cognitivos de la subjetividad humana. Y esto es como debería ser, porque los orientales son más contemplativos y menos pasionales (por distinguirlos de apasionados) que los europeos. Será por algo que el occidente ha conocido más o menos, (en los dos últimos milenios, casi cuatro en la tradición de Abraham) sólo religiones que ven el ego culpable, pasional, como la raíz de la situación humana.
Pero ambos énfasis doctrinales, el oriental y el occidental, son igualmente correctos, porque en el primero se acentúa la débil luz del rayo que desciende, y en el segundo el calor desvaneciente del mismo rayo. Sin embargo ninguna estaría completa si no incorpora en la práctica su complemento. Después de todo, estará de acuerdo en que además de la gente que es simplemente ignorante, hay gente que realmente no quiere conocer ninguna verdad o la Verdad; y otros que, tanto consciente como inconscientemente se oponen a ella (esto es el individualismo). Por lo que respeta a los occidentales, no sólo están más orientados hacia la acción y la pasión que los orientales, sino que su individualismo pasional es profundo, al estar arraigado en el transcurso de cerca de siete siglos de así-llamado ‘progreso’.
Por lo tanto, todos los significados del ego como usted los define, tienen esto en común: les falta el aspecto sentimiento (el ‘calor’ en la analogía anterior). En la Consciencia pura esto se representa positivamente por las dimensiones éticas, estéticas o musicales de la Realidad divina, que equilibran lo matemático. A nivel del ego empírico, que usted también acepta como algo real, ya que como dice: “no es un concepto vacío”, lo que determina más o menos como un individuo se ve a sí mismo, es su constitución emocional. El número tres, finalmente, no es para usted otra cosa que ignorancia; sin embargo es aquí donde el sentimiento se convierte en pasión. Esta falta de simetría, esta ausencia de complementariedad, hace su clasificación fragmentaria. Está todavía más fragmentada, por el hecho de que distingue tres significados separados, que no sólo carecerían de sentido a no ser que apuntasen a realidades, sino que me parece que deberían ser considerados partes o aspectos de una realidad, que yo he llamado “la subjetividad”. Por lo tanto su centro transcendente sería la subjetividad transpersonal del Ser. Esto es, para tener en cuenta la necesaria correspondencia entre el macro y el microcosmos.
Su clasificación también es fragmentaria por el hecho de que usted, literalmente, hace desaparecer las capas más exteriores de la subjetividad. Que la ignorancia sea la ausencia de la verdad o la realidad, no implica que no tenga existencia alguna, a no ser que esa ausencia sea total. Si fuera total sería otro Absoluto; y seguro que no quiere usted decir eso. El hecho es que la nada es algo, no por sí misma sino, en virtud del Ser. Es el Ser el que le presta realidad; porque el mundo es real en tanto que forma parte del Ser, y es irreal en tanto que forma parte de la nada. Si no fuera por el constituyente estructural, la nada, en el ser del mundo, el mundo sería el Ser. Entonces nadie le podría llamar por cualquier otro nombre. Sólo conocemos la nada como la ausencia de algo. La falta de algo tiene efectos detrimentales; y los efectos demuestran causas reales. ¿Le hubiera movido al Buda la compasión por el sufrimiento de la humanidad, si la nada consistente en ausencia de salud o de vida eterna, etc. no hubieran sido más que quimeras de su imaginación? Estamos acosados por fenómenos privados que testifican, por su propia existencia relativa, que cualquier carencia de algo es algo relativamente real.
Si mi razonamiento es correcto, lo que se deduce es, primero, que la cuestión de la existencia del ego no depende en absoluto de las interpretaciones personales que uno tenga en su mente. Porque el ego es un ego, o subjetividad, y lo llamado nada de su capa más exterior, es relativa, no total. Por lo tanto existe de igual forma. Usted dice: “La ignorancia es una creencia totalmente desprovista de evidencia que la soporte. El único papel que juega en el camino es apartarse del camino”, queriendo decir, en contraste con su discusión anterior del ego empírico, que no hay tal cosa. Esto, en mi opinión, es una forma ingeniosa de negar algo al mismo tiempo que no se niega realmente. Su primera parte juega el papel de aparente negación, siendo la segunda parte una afirmación velada. Pero la primera parte es también engañosa porque considera la ignorancia, la “creencia que está totalmente desprovista de evidencia que la soporte”, como una nada, pura y simplemente. Sin embargo, la ignorancia humana es siempre una falta de algo, llámese de alguna, o parte de, verdad; incluso de la Verdad. Y eso, como he mostrado, nunca puede ser total.
Todo lo que he hecho es tratar de aplicar las lecciones que aprendí de mi Maestro, que sabía cómo poner las cosas en su sitio, y consideraba importante que uno tuviera la certidumbre del conocimiento real - en la mente - antes de intentar interiorizarlo, existencialmente, a través del método. No hace falta añadir que esto incluía las virtudes y su práctica, y también la invocación del Nombre Sagrado. Por lo tanto, suplico que lo que me movió cuando dije lo que dije fuese la veracidad, y espero que sea recibido en el espíritu de la veracidad.
Entonces en consideración a mi conocido, que siempre piensa que la hierba es más verde en cualquier otro sitio, podría usted, por favor, contestar estas preguntas con un sí o no:
¿Es el ‘ego’ una “construcción psicológica” sin sentido, un concepto vacío, una “no-entidad”, sin absolutamente realidad alguna?
¿Es el ego pasional, o de ignorancia, igualmente vacío?
¿Juega este último una parte importante, aunque negativo, en las etapas iniciales del Camino de Advaita Vedanta?
¿Considera usted este ego un obstáculo en el Camino, de manera que debe ser apartado del Camino?
¿Sobreviviría el bajo ego de una persona todavía no iluminada los rigores del Camino Advaita?
Sinceramente,
William
Estimado William,
Por su carta entiendo que ambos estamos de acuerdo en que la subjetividad individual con todos sus aspectos es real en un sentido e irreal en otro, excepto por supuesto en el Centro divino interior que, en última instancia, es el “único agente real de todos las etapas del camino”. De nuestro mutuo acuerdo se derivan las respuestas lógicas a sus cinco preguntas, tanto al nivel relativo como al nivel absoluto:
La respuesta relativa es no. La respuesta real es Sí.
La respuesta relativa es no. La respuesta real es Sí.
El último parece jugar un papel, pero en realidad sólo el Centro divino interior, el “único agente real juega todas estos roles en todas las etapas del camino.” La respuesta relativa es Sí. La respuesta real es No.
Parece ser un obstáculo, pero ¿qué cosa podría constituir un verdadero obstáculo para el Centro divino interior? La respuesta relativa es Sí. La respuesta real es No.
La ignorancia de una persona todavía no iluminada que busca la Verdad honestamente, no importa el camino que este buscador tome, al final no sobrevivirá. La respuesta relativa es No. La respuesta real es No.
Nota en relación a la respuesta número 5:
La Gracia proveerá el camino más apropiado para el buscador genuino, sea Advaita u otro. Si nos preguntamos cuál es el mejor maestro: un ser iluminado sin conocimiento del Advaita o uno que enseña este método y no ha realizado su verdadera naturaleza, la respuesta está clara: la realización del maestro es primaria, el método usado, es secundario. La razón de esta observación es que no estoy apegado a ningún método, y que mi corazón reconoce la misma Verdad en las enseñanzas de muchos sabios tanto del este como del oeste (Buda, Lao Tse, Huang Po, Huei Neng, Ashtavakra, Gautapada, Abivanagupta, Shankara, Ananda Mai, Krishna Menon, Ramana Maharshi, entre otros del oriente; Jesús, Plotinus, Rumi, Parménides, Meister Eckart, Jean Klein, entre otros en el occidente). Tampoco estoy apegado al camino directo de la no-dualidad. Reconozco igualmente el valor de los caminos progresivos, que son más adecuadas para muchos buscadores de la verdad, siempre que los caminos sean enseñados por un amante de la verdad con absoluta honestidad. Si este amante de la verdad está completamente libre de ignorancia, entonces él o ella pueden guiar al discípulo hasta el final del camino de la realización. No es Advaita lo que honro, o ningún otro método o maestro, sino la Verdad y el Amor en todos los métodos, maestros, seres y especialmente en usted, William, su interés por la verdad es evidenciado por el tiempo que ha tomado para escribir estas cartas y la consideración que ha dado a mis respuestas.
Afectuosamente,
Francis
Traducido por Carmen Areitio.
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